El Partido Comunista es una necesidad histórica.
El marxismo leninismo afirma expresamente la necesidad del partido comunista como el organizador y jefe de la lucha revolucionaria de la clase obrera por el socialismo; la experiencia histórica, las grandes batallas libradas por el proletariado ratifican la validez de esta tesis.
La lucha de la clase obrera por la emancipación viene de larga data. Desde el siglo XIX la lucha sindical de los trabajadores rebasó en Europa los marcos reivindicativos y adquirió rasgos y rumbo político, se cualificó hasta plantearse la lucha por el poder y la comprensión de ser protagonista y dirigente de la revolución social.
Esos hechos fueron resultado de un proceso que enfrentó la lucha por los objetivos inmediatos, por la reducción de la jornada laboral, por la estabilidad y las mejoras salariales, en contra de la explotación y opresión de la patronal, por derechos laborales y reformas sociales y simultáneamente, la emergencia del marxismo y su unificación con el movimiento obrero; constituyeron intensas batallas en las que se fueron desarrollando los elementos ideológicos y políticos de la organización sindical, de la unidad de los trabajadores de niveles inferiores a dimensiones nacionales y más adelante a escala internacional, a la asimilación y la práctica del internacionalismo; fue la confrontación ideológica y política, el debate sin cuartel entre las posiciones del socialismo científico y las tesis y propuestas anarquistas, entre el marxismo y las posturas oportunistas. El propio desarrolló del movimiento obrero, sus luchas y las perspectivas contribuyeron a la estructuración de los principios del socialismo científico, del marxismo.
Las revoluciones que triunfaron en el siglo XX fueron posibles por la existencia de un partido político independiente del proletariado, de un partido pertrechado y guiado por el marxismo leninismo, de un partido que tiene la capacidad de construir un programa y elaborar propuestas, líneas de acción y consignas que representan genuinamente los intereses inmediatos y estratégicos de la clase obrera, que tiene la disposición y la sagacidad para enfrentar las cambiantes condiciones en las que se desenvuelve el proceso revolucionario, de un partido estrechamente vinculado a la clase obrera y al conjunto de las masas trabajadoras, de un partido férreamente disciplinado, con una única dirección y una sola voluntad de acción, que cuenta con una dirección central, capaz y decidida, de un partido aguerrido y corajudo que sabe enfrentar al enemigo de clase en todas las circunstancias.
La Revolución de Octubre es la primera y más grande experiencia de los trabajadores, pudo desarrollarse y triunfar en condiciones complejas y duras, debido, precisamente, a la existencia del Partido Bolchevique, a la labor teórica y práctica de Lenin y Stalin, a la lucha heroica de millones de obreros campesinos y soldados; contando con la guía del Partido fue capaz de implantar la dictadura del proletariado e iniciar y desarrollar a niveles significativos la edificación de un mundo nuevo, el socialismo.
La Revolución Albanesa fue posible por la existencia del Partido Comunista que se colocó a la cabeza de las aspiraciones de libertad y democracia de la clase obrera y el pueblo; y, dirigió la lucha contra los ocupantes nazis e italianos, y las clases reaccionarias; la condujo a la victoria y guío por el camino de la construcción del socialismo.
Las demás revoluciones que se produjeron en el siglo XX son también expresión de la existencia y la lucha de los trabajadores y el pueblo guiados por el partido comunista.
Varios procesos revolucionarios que tuvieron lugar no pudieron alcanzar el triunfo, debido, en lo fundamental, a las debilidades del partido comunista.
La lucha de liberación nacional que se desarrolló en un gran número de países coloniales y dependientes y que lograra la victoria no pudo desenvolverse hasta la independencia plena y mucho menos al socialismo debido a que el partido de la clase obrera no existía o era pequeño y débil y no tenía la capacidad de liderar esos procesos.
El partido revolucionario de la clase obrera se adhiere y se guía por los principios revolucionarios del marxismo leninismo.
El partido comunista es el partido político independiente de la clase obrera, representa sus intereses inmediatos y estratégicos, es su vanguardia consciente; por cuanto sus propósitos finales son la abolición de todas las formas de desigualdad social, la eliminación de las clases sociales y del Estado, por tanto el partido comunista combate por la emancipación de toda la humanidad.
La doctrina de la clase obrera es el marxismo leninismo, el partido político de la clase obrera la asume como su ideología y política, como su concepción filosófica, como su programa económico y social.
El marxismo-leninismo surgió como resultado de la filosofía materialista dialéctica, la economía política y el materialismo histórico, y del análisis científico de la naturaleza del capitalismo y sus leyes de desarrollo, de la determinación de la misión histórica de la clase obrera y la abstracción teórica de la lucha y organización de esta clase.
Sus creadores estuvieron inmersos en la organización y la lucha de los trabajadores, en las filas de la Sociedad Internacional de los Trabajadores, fueron luchadores y dirigentes sindicales, organizadores del partido comunista. Elaboraron la ciencia de la revolución; esa ciencia ha sido y es comprobada en la práctica social, en la lucha de la clase obrera en cada país y en escala internacional, en la victoria de la revolución de Octubre y de las demás revoluciones socialistas y de liberación nacional. Es el pensamiento revolucionario, la doctrina política más avanzada elaborada por la humanidad a lo largo de su extenso recorrido histórico; sus principios revolucionarios tienen validez universal, están vigentes en todos los países; evidentemente, su aplicación tiene en cuenta la situación concreta. El marxismo leninismo es una doctrina viva, en desarrollo; cada una de las revoluciones victoriosas contribuyó a su desarrollo; los diversos combates de la clase obrera y la labor de los comunistas en todos los países son un aporte en ese adelanto.
El marxismo leninismo no es un dogma, es una guía para la acción, es una filosofía para interpretar el mundo y fundamentalmente, para transformarlo.
Los partidos comunistas y obreros surgieron bajo la guía del marxismo leninismo, en lucha abierta por su vigencia y desarrollo, en oposición a las posiciones oportunistas y conciliadoras que los acecharon siempre; vienen luchando con sus orientaciones, se esfuerzan por aplicarlo con iniciativa y audacia en las situaciones concretas de los países, en la dinámica social y política, en las cambiantes circunstancias que ocurren a nivel nacional e internacional, por defender esta ideología científica; persistirán en los principios del marxismo leninismo, en la lucha social y política para llevar la revolución hasta el fin.
El objetivo central del partido es la conquista del poder por la clase obrera.
En esa dirección se inscribe la política, las propuestas programáticas, las plataformas y las consignas. La lucha por el poder se libra todos los días, en el terreno concreto de la sociedad, en el fragor de la lucha de clases.
La lucha de clases se desarrolla independientemente de la voluntad de las personas, de los partidos políticos; se expresa en la confrontación entre los obreros y los patronos, entre las clases trabajadoras y la burguesía, entre los pueblos y el imperialismo; en determinadas condiciones la lucha de clases se vuelve aguda, de grandes magnitudes, involucra a la clase obrera, a los demás trabajadores, a los pueblos, a los de arriba, y podría desembocar en una crisis política; en otras oportunidades esa confrontación es de menor intensidad, se desenvuelve en combates sociales aislados, dispersos; incluso, en determinados momentos parecería que las cosas están en calma, que existe la paz social; en todo caso, la lucha de clases no desaparece, tiene distintas connotaciones, formas y niveles.
Esencialmente la lucha de clases se presenta como lucha económica, lucha política y lucha ideológica. Se trata de manifestaciones que no ocurren de manera compartimentada, no pueden separarse artificiosamente.
La lucha económica.– El protagonismo del partido del proletariado se expresa de manera puntual dirigiendo la organización y los combates de la clase obrera, los pueblos y la juventud en la lucha por los intereses reivindicativos inmediatos, aprovechándolos como palanca para desentrañar las causas reales de la situación de las masas trabajadoras, para identificar a los enemigos inmediatos tanto como a los detentadores del poder, para educarlas políticamente y señalar el derrotero del poder.
La lucha política.– Los comunistas se involucran de manera intencional en la lucha por el poder que se desarrolla cotidianamente en el seno de la sociedad, toman partido por la causa de los trabajadores, de los pobres, de los explotados y oprimidos, la confrontan con la institucionalidad, contra las leyes anti obreras, en oposición al autoritarismo y la represión, contra los abusos de los jueces, de la policía y las fuerzas armadas. Concomitantemente con el rechazo a las políticas de los capitalistas plantean propuestas programáticas, proclamas, caminos, consignas que les permitan impulsar la política de la clase obrera, posesionarla entre los trabajadores, entre los pueblos y la juventud, pero también en el conjunto de la sociedad.
Esencialmente esta es la política revolucionaria del partido del proletariado, se expresa todos los días, en todas las circunstancias y lugares. Evidentemente, en la sociedad capitalista, en determinado momentos, se intensifica la lucha política por el poder, la confrontación por dirimir posiciones entre los distintos segmentos de las clases dominantes; de manera general, esos momentos se resuelven a través de las elecciones de la democracia representativa. Como consecuencia de la agudización de las contradicciones entre los explotados y explotadores, entre los oprimidos y los opresores, entre los diversos grupos de las clases dominantes se presentan crisis políticas. Estos sucesos involucran al conjunto de la sociedad, a todas las clases sociales, a los sectores de clase; objetivamente, nadie está al margen de ellos.
En todos esos acontecimientos los partidos marxista leninistas vienen participando con voz propia, desde los intereses de la clase obrera y los pueblos, desde las posiciones de los pueblos y las naciones oprimidas.
Los partidos comunistas tienen claro la necesidad de educar políticamente a las masas trabajadores, de evidenciar el carácter de clase del gobierno de turno, de señalar la misión histórica de la clase obrera, la responsabilidad de conducir la lucha de todos los trabajadores y los pueblos, la perspectiva de la revolución y el socialismo, la necesidad y la posibilidad de la conquista del poder popular.
Estas responsabilidades son asumidas por los partidos de la clase obrera con decisión y audacia.
La lucha ideológica.– En la sociedad capitalista existen razones objetivas para la lucha ideológica que se desarrolla independientemente de la voluntad de las personas, expresa la confrontación de los intereses de las clases sociales antagónicas, de la clase obrera y de la burguesía; se libra entre los objetivos de los capitalistas por preservar, proteger, defender y acrecentar sus prebendas y privilegios y, entre los propósitos de los trabajadores por defender sus intereses, por la conquista de sus derechos, por la decisión de cambiar el orden establecido, derrocar a los patronos y erigirse como clases dominantes.
La clase de los capitalistas al igual que las clases dominantes del pasado ascendió al poder y labora diariamente por mantenerlo y perpetuarlo. El poder de la burguesía se apoya en la fuerza, en el papel de la policía y las fuerzas armadas, se defiende con la coerción y la violencia reaccionaria. Sin embargo para sostener y desarrollar el poder, de manera esencial, la clase de los capitalistas labora por la legitimación de su dominación.
La burguesía justificó su acenso, la utilización de la violencia y el terror izando las banderas de “libertad, igualdad y fraternidad”, proclamando la libertad de los siervos, la manumisión de los esclavos; avanzó a elaborar una legislación que proclama la igualdad ante la ley, la ley del sufragio universal, la alternabilidad en el ejercicio del gobierno, la existencia y la vigencia del parlamento, la democracia representativa. En la etapa del imperialismo se declara guardián de la paz, la libertad y la democracia, y proclama su disposición a intervenir en cualquier país en donde se violenten estos principios. Según estos presupuestos y todos los avances que se evidencian en relación con los tiempos y los acontecimientos, el mundo está alcanzando los más altos niveles de desarrollo, de democracia y de paz gracias a libertad individual, a la competencia y al libre comercio; los trabajadores hacen parte de esta sociedad, están involucrados en esta democracia, deben ser los protagonistas del incesante desarrollo y beneficiarios de lo que les corresponde, el salario para subsistir y reproducirse.
Con el advenimiento del capitalismo surgió la clase obrera industrial, el proletariado que genera la creación de la riqueza, la transformación de los recursos de la naturaleza en mercancías, en bienes materiales que hacen posible la vida y su incesante desarrollo. La riqueza producida por los obreros es expropiada por los dueños de la propiedad privada de los medios de producción, por la clase de los capitalistas convirtiéndolos en esclavos asalariados.
Esta situación sitúa en polos contrapuestos a las principales clases de la sociedad capitalista: a la clase obrera y a la burguesía.
La burguesía erigió, cuando derrocó al feudalismo, un mundo nuevo, revolucionario, le dio un gran impulso a la ciencia, a la técnica y a la tecnología, revolucionó de manera permanente los instrumentos de producción generando grandes volúmenes de riqueza y así mismo una gran concentración de la misma. Ese mundo nuevo se levantó sobre los cimientos de la explotación del trabajo asalariado de miles de millones de seres humanos, sobre la opresión social y política, sobre la expoliación de los recursos naturales de todos los países; estuvo viciado desde sus inicios de las razones para su envejecimiento y desaparición. Ese nuevo mundo es ahora un mundo viejo, putrefacto, en decadencia.
Al erigirse sobre la explotación y opresión de millones de seres se convirtió en un gigante con bases deleznables, vulnerables; al crecer transformó a los antiguos siervos en trabajadores “libres”, los multiplicó numéricamente y los expandió por todos los confines de la tierra, los colocó en relación directa con los avances de la ciencia y la tecnología, los calificó como sujetos sociales que fueron adquiriendo la conciencia de su rol para convertirse en enterradores del mundo del capital, en forjadores de un nuevo mundo, la sociedad de los trabajadores, el socialismo.
La burguesía y el proletariado son los contrarios de la sociedad capitalista; están en permanente lucha por tener el papel dominante. Por ahora, los capitalistas están en el poder pero los trabajadores luchan por derrocarlos, por echarlos abajo y convertirse en la nueva clase dominante; esa contienda continuará hasta que finalmente el proletariado vencerá definitivamente y creará las condiciones materiales y espirituales para la eliminación de las clases sociales, incluyendo su propia desaparición como clase, para el advenimiento del comunismo.
La lucha ideológica entre el proletariado y la burguesía atraviesa todas las circunstancias, está presente en los diversos momentos de la lucha de clases: se expresa en la lucha de lo nuevo revolucionario en contra de lo viejo reaccionario y caduco; entre la tradición revolucionaria , y las nuevas propuestas de la burguesía, el posmodernismo y las tesis que niegan el materialismo histórico, la existencia de las clases sociales, el papel del proletariado; entre la “libertad individual”, el personalismo y el egoísmo frente a los intereses colectivos y la solidaridad; entre la democracia burguesa que justifica la opresión de las masas trabajadoras y la represión de los sindicalistas y revolucionarios y, la democracia proletaria, al derecho de hablar, decidir y ejecutar las grandes realizaciones en beneficio de las grandes mayorías, a la democracia directa, a la democracia de las masas; entre la democracia representativa y la democracia revolucionaria que asumirá las grandes realizaciones del socialismo.
El partido comunista es el portaestandarte consecuente de los grandes ideales del proletariado, participa decididamente en esta contienda ideológica enarbolando los principios de la revolución y el socialismo, del poder popular y la dictadura del proletariado.
La lucha por el poder.– De todas las expresiones de la lucha de clases, la lucha política es la principal, es la que conduce a la conquista del poder, la que permite que desde él se cristalicen todas las realizaciones que los trabajadores y los pueblos necesitan y desean concretar en su beneficio.
El partido comunista principaliza la lucha política, desarrolla cotidianamente la lucha económica, se involucra en la lucha ideológica, dirige lo fundamental de sus actividades a la lucha por la conquista del poder, trabaja por incorporar en esa dirección a los trabajadores y campesinos, a los intelectuales progresistas, a los pueblos y naciones oprimidas; labora incesantemente por construir el frente popular, el frente único revolucionario, por aislar al enemigo de clase, a la gran burguesía y al imperialismo, por acumular potentes fuerzas revolucionarias que permitan acercar las batallas finales para derrocar del poder a los capitalistas nacionales y extranjeros, para implantar el poder popular; enarbola las banderas de la emancipación: la bandera roja de los trabajadores, de la revolución y el socialismo, las banderas de la liberación nacional de los países dependientes.
En oposición a la dictadura burguesa los comunistas luchamos por la dictadura del proletariado
La sociedad dividida en clases constituyó desde sus albores el Estado como expresión de la institucionalidad, como instrumento para el ejercicio del poder, para subordinar y explotar a las clases y sectores sociales trabajadoras.
El Estado capitalista no escapa a estas concepciones, es el instrumento de la clase de los capitalistas y del imperialismo para el ejercicio del poder económico, para la salvaguarda, preservación y desarrollo de sus intereses; se organiza para la subordinación de la clase obrera y las demás clases trabajadoras; se convierte en la garantía para la perpetuación de su dominación. El Estado burgués, independientemente de su forma, al margen del nivel de las conquistas sociales y políticas conquistadas por los trabajadores y los pueblos, a pesar de las declaraciones formales, de los dogmas constitucionales y de las leyes vigentes es expresión de la dominación de los patronos, de la dictadura de la clase de los capitalistas que proclama la libertad y la democracia para los poderosos, e institucionaliza la explotación, subordinación y opresión para los trabajadores.
La democracia representativa, la dictadura militar, el fascismo, los gobiernos autoritarios o los regímenes reformistas constituyen formas de la dictadura de la burguesía, expresiones de la supremacía de los privilegios para unos cuantos y de la explotación, la pobreza y opresión para la inmensa mayoría.
La clase obrera y su partido no deben tomar el Estado burgués y con su contenido y propósitos llevar a cabo sus realizaciones de clase; deben destruir la maquinaria estatal erigida por los explotadores y sobre sus cimientos, erigir la Dictadura del Proletariado, el Poder Popular, el Estado de los Trabajadores que adquirirá diversas formas, según las circunstancias históricas concretas.
La dictadura del proletariado será siempre la expresión de la más amplia democracia para los trabajadores y de la dictadura para los capitalistas y demás reaccionarios.
La experiencia histórica es demostrativa de diversas expresiones de la dictadura del proletariado, y en el futuro los trabajadores y los pueblos, sin duda alguna, encontrarán las formas más valederas para ejercer el poder del proletariado y las demás clases trabajadoras sobre los antiguos explotadores, sobre las expresiones del capital en el interior del país y para defenderse del acecho de la reacción y la contrarrevolución a nivel nacional e internacional.
Las fuerzas motrices de la revolución
El partido revolucionario del proletariado puede y debe cumplir la misión histórica de organizar y hacer la revolución en la medida que forje y alimente, de manera permanente sus vínculos con las masas trabajadoras, los pueblos y la juventud; en tanto y en cuanto asuma, en los hechos, la organización y la conducción de la clase obrera y trabaje por el liderazgo y la dirección de ella en el conjunto de las clases trabajadoras y la juventud.
La vinculación del partido con las masas busca que las propuestas programáticas, las políticas y las consignas revolucionarias sean aprehendidas y aceptadas por los sectores avanzados de la clase obrera, las demás clases trabajadoras, la juventud y las mujeres. La gran mayoría de las masas se convencerá de la necesidad y la justeza de la revolución con las realizaciones del socialismo, cuestión que sólo se puede hacer desde el poder.
La clase obrera, las demás clases trabajadoras, las mujeres y la juventud pueden y deben ser involucradas en el hacer revolucionario, en sus sectores avanzados, a través de la promoción de las tesis y el programa del partido, de la capacidad del partido para persuadirlas de la necesidad, la justeza y la viabilidad de la revolución; se afirmaran en esas ideas en medio de la práctica social, en las movilizaciones y las huelgas, en las tomas de tierras y los levantamientos.
Otros integrantes de las masas se incorporarán en el curso de la lucha, sumaran su contingente, convencidas de la corrección y la fortaleza de las fuerzas revolucionarias. Y, una buena parte de las masas serán ganadas con las propias realizaciones de la revolución.
Esto quiere decir que el partido el proletariado debe persistir en su labor de ganar a las masas para la lucha revolucionaria, tiene que poner atención en los sectores avanzados de la clase obrera, los pueblos, la juventud y las mujeres.
El conjunto de la clase obrera debe merecer la atención de la propaganda y agitación del partido comunista, mas, es evidente que debe centrarse el trabajo en los sectores que laboran en las áreas estratégicas de la economía, en los grandes complejos industriales, entre los trabajadores públicos. El Partido debe analizar, en las condiciones concretas, a que segmentos de la clase obrera debe dedicar lo principal de su atención y actividad.
Es indispensable que la labor del partido por organizar y ganar para la revolución y el socialismo a la clase obrera tenga presente la necesidad de involucrarse directamente en la lucha sindical y clasista, de educar políticamente a la clase obrera, y, sobre todo de arraigar su organización, la construcción de células de empresas con los obreros destacados en la lucha sindical y política. En la medida que el Partido este organizado en el interior de las fábricas y empresas, en las minas y en los medios de transporte se garantizará el objetivo de que la clase obrera asuma el rol de clase dirigente de la revolución y de clase dominante de la sociedad.
En la gran mayoría de países dependientes de la dominación imperialista, principalmente, en aquellos donde perviven expresiones de los modos de producción pre capitalista, donde el desarrollo de las fuerzas productivas es lento, deformado por la división internacional del trabajo impuesta por los monopolios y los países imperialistas el campesinado y en su seno, buena parte de los campesinos pobres y medios son susceptibles de ser incorporados al proceso revolucionario, por tanto deben merecer la atención del partido del proletariado, junto con ellos debe forjarse la alianza obrero-campesina como la base fundamental del frente único revolucionario.
Entre los trabajadores públicos los docentes están incorporados, en buen número de países, a la lucha por sus derechos y en esa confrontación enfrentan al gobierno burgués, a la clase de los capitalistas; pueden y deben ser conducidos por las posiciones revolucionarias, por el partido de la clase obrera y proyectados a la lucha por el poder, por la revolución y el socialismo.
La mitad de la población, de los integrantes de las clases trabajadoras son mujeres, padecen de manera multiplicada la opresión y explosión capitalistas, son víctimas de las ideas atrasadas y reaccionarias incubadas por el feudalismo; están asumiendo de diversas formas la lucha por sus derechos y la liberación social. El partido del proletariado debe integrarse activamente a estos anhelos, movilizaciones y luchas; laborar por la organización de las mujeres trabajadoras, por su educación política, por incorporarlas a la organización y la lucha revolucionaria por el socialismo
La juventud proveniente de las clases trabajadoras, aquellos sectores que están incorporados al trabajo asalariado en las empresas, las capas juveniles del campesinado constituye un sector social dinámico, que puede abrazar más rápidamente los ideales de la revolución y el socialismo. El partido del proletariado debe asumir la responsabilidad de disputar la organización y conducir la lucha de la juventud estudiantil secundaria y universitaria; estos sectores de la sociedad han jugado y desempeñan un importante rol en la sociedad, su capacidad de movilización puede integrarse al proceso revolucionario, una buena parte de ellos son protagonistas de combates intermitentes, de entre sus filas se destacan combatientes decididos y audaces que se pueden y deben integrarse en la militancia comunista. El partido del proletariado debe esforzarse por nutrir sus filas con los jóvenes obreros y campesinos, con los combatientes juveniles que provienen de los sectores estudiantiles.
En los países dependientes se desarrolla un movimiento patriótico y antiimperialista que involucra a los trabajadores, a la juventud, a segmentos radicalizados de la pequeño burguesía, a sectores democráticos de la burguesía, a los pueblos y naciones oprimidos. La burguesía y la pequeño burguesía trabajan por liderar y conducir ese movimiento con propuestas nacionalistas; el partido del proletariado debe disputarlo con las propuestas y la acción revolucionarias. Solo el partido comunista puede conducir ese proceso a la liberación nacional y social.
El partido del proletariado debe concentrar sus fuerzas para ganar a las masas, para afirmarse y crecer, más es necesario avanzar un poco más, a precisar dentro de esos actores, a aquellos que pueden avanzar más rápido, que pueden y deben con sus propias acciones generar referentes sociales y políticos y en momentos especiales, jugar un rol determinante en el curso de la revolución. Ubicarlos, trabajar de manera sostenida para hacerles conocer la política del partido, contribuir a su organización social y sindical, construir el Partido y sus fuerzas con sus integrantes más destacados permitirá acumular fuerzas revolucionarias, construir el movimiento revolucionario de masas.
El papel de vanguardia del partido comunista
El Partido debe reconocerse a sí mismo como vanguardia, debe serlo en los hechos. Esto no es una cuestión sencilla, menos un atributo que viene por decreto. El Partido es vanguardia porque representa, en la teoría y en la práctica, los genuinos intereses de la clase obrera y ésta es la clase social en capacidad de dirigir a las otras clases trabajadoras en su lucha por la emancipación del capitalismo. El rol de vanguardia se lo gana porque posee la razón histórica y una Línea Política revolucionaria, pero, sobre todo, porque dedica su pensamiento y actividad a la lucha revolucionaria, a la labor perseverante de organizar a los trabajadores, de unirlos, educarlos políticamente y conducirlos en las batallas pequeñas y grandes por sus reivindicaciones inmediatas y por su liberación. En estas circunstancias el partido es el líder, y eso es un atributo colectivo, de la organización.
El Partido debe difundir sus propuestas: lo que es y lo que propone para hoy y para mañana, para la nueva sociedad. Sí los sectores avanzados de las masas trabajadoras y la juventud conocen la política del partido, si se las persuade de la justeza, oportunidad y viabilidad de ella se logrará que la comprendan, la hagan suya y se decidan a luchar por su aplicación y se conviertan en los hechos en una gran palanca para el trabajo del partido en el conjunto de las masas. Sí se trabaja por difundir la estrategia revolucionaria, la necesidad y probabilidad de conquistar el poder, el rol de la violencia revolucionaria en ese propósito, el socialismo, su naturaleza y sus realizaciones, los trabajadores, los pueblos y la juventud se transformarán en protagonistas de la lucha por el cambio, por la revolución, por el poder popular y el socialismo. La estrategia y la táctica del partido, en los hechos, se convierten en un referente para las masas, evidencian el rol de vanguardia del partido, el liderazgo de sus políticas.
Para cumplir estos propósitos el Partido debe perfeccionar constantemente su labor propagandística, teniendo claro que la principal actividad, en este terreno, es la acción directa de los militantes entre las masas. Adicionalmente las fuerzas sociales, los sindicatos y demás organizaciones de masas que dirigen los comunistas, tienen que desenvolver su propia actividad de propaganda, dirigida a las masas de sus sectores específicos, pero también al conjunto de la sociedad. La manera más efectiva y eficaz de propagar las ideas y propuestas revolucionarias es la propia acción del partido y sus fuerzas, la trascendencia que puedan tener para la sociedad las acciones de lucha en las cuales los revolucionarios proletarios están involucrados; por eso es necesario, indispensable, dar la cara, hacer evidente el papel dirigente del partido.
Los revolucionarios, los camaradas y compañeros deben ganar la confianza de las masas, asumir con responsabilidad la jefatura de la lucha en sus diferentes niveles y circunstancias. La propia lucha destaca a las personas “especiales”, a aquellos que tienen las condiciones básicas para ir asumiendo el rol de “jefes”. Los comunistas y los demás revolucionarios deben asumir plenamente que su papel se expresa en la capacidad de aglutinar, unir, organizar y dirigir a las masas en sus combates cotidianos. Esa actividad es el ensayo de las grandes batallas revolucionarias que se van a desarrollar y en las cuales, cada militante, debe cumplir su papel.
El liderazgo personal de los dirigentes comunistas entre las masas y sus combates no viene por decreto, por el hecho de ser militantes comunistas y de las fuerzas sociales involucradas en la revolución. ¡No!, ese liderazgo se lo gana. Para conseguirlo es necesario querer hacerlo y ponerse a realizarlo. Los revolucionarios marxista leninistas alcanzan a ver más allá de las circunstancias inmediatas, ven las causas, las contradicciones y las perspectivas. Esas condiciones les permiten explicar, persuadir y convencer a las masas de la justeza de las propuestas, posibilitan que señalen el camino y los derroteros, que identifiquen los blancos de la lucha y que, dispongan las fuerzas para el combate; hacen posible que los diversos sectores sociales donde activan los comunistas acepten la política del partido, tengan confianza en el trabajo, capacidad y coraje de cada uno de militantes y, se dispongan a luchar por ella (la política del partido), bajo su conducción.
De esta manera los comunistas nos ganamos el honroso título de líderes populares que significa, principalmente, la asunción de nuevas responsabilidades que deben cumplirse de forma ascendente, en espiral, hacia nuevas y más altas tareas.
Los dirigentes sindicales y gremiales, del campesinado, de la juventud y las mujeres, de los pueblos deben afirmarse en su entorno social, desarrollar incesantemente sus convicciones ideológicas y políticas, su nivel cultural. Si ganan experiencia y prestigio como dirigentes de su sector social tienen mejores posibilidades de proyectarse a la actividad política, a la acción revolucionaria. A partir de su condición de directivos locales deben proyectarse a magnitudes generales y nacionales, desde el sitio de dirigentes sociales deben avanzar al nivel de dirigentes revolucionarios. En este terreno los partidos marxista leninistas cuentan con significativas experiencias que es necesario generalizar.
En defensa del marxismo leninismo, en confrontación con la reacción y oportunismo
El partido de la clase obrera participa activamente en la lucha de las ideas que se desarrolla todos los días y en las más diversas circunstancias.
La burguesía a través de sus ideólogos busca legitimar su dominación ante el conjunto de la sociedad, utiliza los más diversos medios, las religiones, la escuela, la academia, la institucionalidad burguesa, la coerción y el engaño, los medios de comunicación.
El desarrollo de las fuerzas productivas, de los instrumentos de producción, los avances de la ciencia y la tecnología, las innovaciones y los inventos que se generan como consecuencia de la acumulación y apropiación de la riqueza generados por los trabajadores son utilizados por la reacción para ensalzar el capitalismo, para exponerlo como la expresión más alta del desarrollo histórico, como beneficioso para la humanidad entera, para el progreso de los países.
Exploran nuevas ideas y propuestas, nuevos metarrelatos, la revisión e interpretación de la historia para erigir un “nuevo” pensamiento filosófico que les permitan (a los capitalistas) aparecer como abanderados de las nuevas corrientes filosóficas, del posmodernismo que se exhibe como la síntesis del desarrollo histórico social.
Utilizan, inclusive, las conquistas y derechos laborales, los espacios democráticos conquistados por los trabajadores para predicar que son posibles y pueden avanzar por la permisión de la burguesía, por la naturaleza democrática del capitalismo.
Simultáneamente orquestan una profusa campaña de mentiras e infundio contra la revolución y el socialismo, satanizan al partido comunista. Se aprovechan de la debacle del revisionismo contemporáneo, de la disolución de la ex URSS para pregonar el fracaso y el entierro del socialismo, para declarar la extinción de las ideologías y de la lucha de clases. Denostan a la revolución y al socialismo como inservibles, como sacrificios inútiles pagados por los trabajadores y los pueblos para no obtener nada, para desembocar de nuevo en el capitalismo.
De manera principal los dardos venenosos se dirigen a la existencia y al papel del partido comunista, al rol de la clase obrera que, supuestamente, sin la revolución, ha alcanzado beneficios trascendentales que pueden crecer en la medida que se desarrolla el capitalismo.
La socialdemocracia se convirtió en un ariete para atacar a la revolución y al socialismo, para atacar a la URSS y al campo socialista, para evidenciarse ante las masas trabajadoras como la alternativa a la revolución. El “socialismo democrático” no fue sino una cara de la dictadura de la burguesía, del capitalismo.
En lo que va del nuevo milenio apareció, de manera particular en América Latina, el autodenominado “socialismo del siglo XXI” que, apuntalándose en la larga lucha de los trabajadores, los pueblos y la juventud en contra de las políticas neoliberales, se erigió como alternativa al socialismo científico, a la experiencia histórica de los procesos revolucionarios que protagonizaron la clase obrera y los pueblos en el siglo XX.
Las diversas expresiones del oportunismo hacen el coro a estos infundios de la clase de los capitalistas: Enfilan sus ataques contra el marxismo leninismo, lo declaran obsoleto; predican la necesidad de buscar y elaborar nuevas propuestas para la emancipación de los trabajadores, acusan al partido comunista de usufructuar con la lucha sindical y los combates revolucionarios; satanizan el centralismo democrático como expresión del autoritarismo, como anulador de las iniciativas de los revolucionarios proletarios.
En esta labor se destacan los diversos expresiones del revisionismo contemporáneo, los jrushovistas que renegaron del comunismo con el pretexto del cambio de los tiempos, de la superación del marxismo leninismo, abjuraron y condenaron la dictadura del proletariado. De manera específica dirigieron sus diatribas en contra de Stalin, y se transformaron en partidos reformistas, en instrumentos del capitalismo y el imperialismo para la conciliación de clases, para el desarme ideológico y político de la clase obrera, para la destrucción de los partidos comunistas que en otrora jugaron un papel revolucionario consecuente, los convirtieron en ejecutores de la destrucción de los estados socialistas; algunos de esos partidos, conservado su esencia oportunista, desarrollan una palabrería pseudo revolucionaria para continuar con el engaño, para aparecer como comunistas “modernos”.
El trotskismo y sus seguidores fueron desde siempre, desde su expulsión y su condena por los bolcheviques una punta de lanza de la reacción y la patronal para enfilar sus ataques contra la revolución bolchevique, coreando las voces de los capitalistas que la denostaban como dictadura del partido, como manifestación de la burocracia, como expresión del estalinismo al que achacaron todos los males habidos y por haber.
En las diatribas contra el comunismo, la dictadura del proletariado y el papel de Stalin participan una serie de grupos de revolucionarios pequeño-burgueses, de intelectuales progresistas; a partir de sus concepciones idealistas condenan las grandes hazañas de la clase obrera, la revolución, la dictadura del proletariado, lo que denominan como el estalinismo.
El partido comunista no rehúye el debate teórico y político con la burguesía y la reacción, con las diversas manifestaciones del oportunismo. Asume de manera decidida la defensa del marxismo leninismo, de la experiencia histórica de las revoluciones del siglo XX, del papel del partido comunista, de la validez de la dictadura del proletariado. Se plantea siempre el estudio de los procesos revolucionarios, de sus éxitos y victorias, también de las razones que permitieron el triunfo de las políticas del imperialismo y la reacción, y la destrucción de la ex URSS y la demás revoluciones.
Si bien la principal expresión de defensa del marxismo leninismo es el compromiso y la práctica concreta de seguir sus enseñanzas y con su guía reabrir el cauce de la revolución y el socialismo los revolucionarios proletarios deben asumir la participación en el debate teórico que se plantea. No basta con remitirse a las enseñanzas de los clásicos, es necesario intervenir activamente en la discusión, en las condiciones concretas en las que se plantea, se debe responder a los nuevos desafíos también en el terreno de la teoría revolucionaria.
La lucha ideológica galvaniza al partido proletario
El partido se construye en el gran laboratorio de la lucha de clases, en medio del combate teórico político que se libra entre la clase obrera y la burguesía, entre los pueblos y el imperialismo.
A partir de las concepciones y las prácticas revolucionarías proletarias que los comunistas asumen se han afirmado y desarrollado los partidos y organizaciones marxista leninistas.
A pesar de ello y mejor dicho, debido a esa circunstancia, en el interior del partido se libra también la lucha de clases, en el terreno de las ideas, de las concepciones y de la práctica revolucionaria de sus miembros.
En medio de la actividad revolucionaria se incurre en errores y equivocaciones, existen dificultades para sobrepasar los escollos; se soporta el impacto de la ideología del imperialismo y la burguesía, de las tesis del oportunismo y el revisionismo.
Para asegurar la corrección de los errores y superar las dificultades, para resolver los problemas que se suceden entre los comunistas se cuenta con la herramienta de la crítica y la autocrítica; para afirmar la unidad ideológica y política, para batir y arrinconar las ideas y las posiciones extrañas, el partido y sus militantes son abanderados de la lucha ideológica.
La lucha ideológica es la expresión en el seno del partido de la lucha de clases, se trata de una confrontación que debe llevarse hasta las últimas consecuencias, hasta la afirmación de las concepciones proletarias. La unidad ideológica y política se alcanza y se la debe perseguir en todas las circunstancias con el desenmascaramiento y erradicación de las ideas extrañas, de la incidencia de las tesis de la reacción y el oportunismo. La conciliación en el ámbito de la lucha ideológica conduce a debilitar la naturaleza de clase del partido, a sembrar ilusiones en el reformismo, a desvirtuar los objetivos del comunismo.
El internacionalismo proletario corresponde a la naturaleza de clase del partido comunista
La clase obrera es una sola, participa en todos los países, de manera protagónica, en el proceso productivo, buena parte de ella está integrada a los grandes complejos industriales, otro sector, desperdigada en pequeñas y medianas empresas dotadas de la tecnología de punta; está en relación directa con las innovaciones y los nuevos inventos, con la ciencia y la tecnología; es la generadora de la riqueza que se acumula y concentra en los grandes monopolios, los países imperialistas y los grupos burgueses en todas las latitudes de la tierra.
La sociedad capitalista, los monopolios y los países imperialistas son los expropiadores de la plusvalía generada por miles de millones de trabajadores de todos los países; imponen regulaciones, leyes, la opresión y la explotación, los sistemas represivos en todo el globo terráqueo. A pesar de la división de la clase de los capitalistas en grandes grupos monopolistas, en diversos países imperialistas, en diferentes grupos económicos en cada país, todos ellos usufructúan la riqueza creada por los trabajadores, actúan como un todo frente a la clase obrera y los pueblos.
La clase obrera es una clase internacional, enfrenta en escala global a la clase de los capitalistas; desde los albores de su condición de clase para sí, desde los primeros pininos de la organización sindical tuvo la comprensión y la conciencia del carácter de la explotación capitalista, de la necesidad de forjar la unidad de los trabajadores, de construir la organización internacional del proletariado.
El movimiento obrero y su lucha constituyeron el escenario para el surgimiento y fortalecimiento de los partidos comunistas que se inscribieron como combatientes internacionalistas por el socialismo.
El partido comunista es desde siempre una brigada de choque de la revolución internacional del proletariado, en su larga historia se registran grandes y heroicas hazañas de los comunistas combatiendo por la revolución y el socialismo, independientemente del país de nacimiento.
El Partido Marxista Leninista asume el internacionalismo proletario como una concepción, como la comprensión del carácter internacional de la revolución proletaria, como la decisión de combatir al capitalismo y al imperialismo y derrocarlos para construir el socialismo en rumbo al comunismo, como la marcha unida de los trabajadores y los pueblos, los comunistas y los revolucionarios en todos los países y en escala internacional; educa a los militantes y a la clase obrera en el espíritu y la práctica del internacionalismo proletario.
Los partidos marxista leninistas de nuestros días agrupados en la CIPOML ratifican su identidad internacionalista, la condición de destacamentos de la revolución socialista internacional. El origen, la vida y la lucha de la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista Leninistas son testimonio de la teoría y la práctica del internacionalismo proletario.
El periódico comunista
La política del partido del proletariado, las expresiones generales y específicas debe ser conocidas por la clase obrera, por las demás clases trabajadoras, las mujeres y la juventud, y deben ser difundidas en el conjunto de la sociedad.
La actividad partidaria no se puede desarrollar si no media la propaganda de las ideas revolucionarias. El socialismo no será posible de alcanzar sino se difunde entre la clase obrera y las masas las concepciones y propuestas marxista-leninistas.
La labor propagandista debe acentuar su direccionalidad en el sentido de ganar para la propuesta de la revolución y el socialismo a las amplias masas de trabajadores y, en segundo lugar debe denunciar y condenar la sociedad burguesa, la dominación imperialista, la corrupción y la decadencia capitalistas, derrumbar los mitos de la libertad individual y la libre competencia; y, desde luego, desenmascarar las posiciones reformistas de la socialdemocracia, el oportunismo y el revisionismo.
La validez de los lineamientos tácticos, la vigencia de la propuesta revolucionaria, del poder popular y el socialismo, las formas de organización y las vías para avanzar a la conquista del poder; la naturaleza revolucionaria del partido y sus fuerzas, su capacidad y consecuencia, su audacia y decisión; el papel y el carácter democrático de los líderes y jefes revolucionarios, su capacidad para conducir los combates populares y su destreza para cumplir los mandatos de las masas, deben ser los motivos y los contenidos de la propaganda revolucionaria.
La actividad de propaganda revolucionaria debe estar dirigida, en primer lugar, a la clase obrera, a los sectores populares que están integrados en la base social de la revolución, en segundo lugar a los sectores sociales más empobrecidos de la sociedad, y, en tercer lugar a la intelectualidad progresista de las capas medias de la población.
La base social de la revolución, esencialmente, la clase obrera, los trabajadores y campesinos, los pobladores pobres y los pequeños comerciantes, los maestros, los jóvenes estudiantes, secundarios y universitarios, los hombres y mujeres democráticos y patriotas susceptibles de alinearse con posiciones revolucionarias deben recibir, de manera permanente, el flujo de las ideas marxista leninistas.
La clase obrera, las demás clases trabajadoras, las mujeres y la juventud son víctimas de la ofensiva reaccionaria, son susceptibles de la manipulación ideológica y política de la reacción y el oportunismo. La propaganda del partido debe tener en cuenta estos elementos y buscar y encontrar los medios y los caminos para llegar a ellos y afirmar las concepciones del cambio, la visión de los problemas y su protagonismo en la organización y la lucha popular.
La mayor parte de la población es víctima de la explotación y opresión de los capitalistas, sufre los estragos de la pobreza, su situación se agudiza diariamente por la falta de empleo y la carestía de la vida. Son sectores sociales explosivos, susceptibles de acciones desesperadas, electoralmente son manipuladas por las tiendas populistas que les ofrecen el oro y el moro, la redención, pero están golpeados por esas ofertas incumplidas. Esos pobres, los descamisados, deben recibir el flujo de la propaganda del partido con el objetivo de ganarlos para la lucha por el cambio que desean, pero que creen les va a llegar desde un Mesías.
Una parte de la intelectualidad de las capas medias de la población, de la pequeño burguesía, los profesionales, los maestros y los estudiantes tienen concepciones progresistas y democráticas, no han sido absorbidos por el sistema como sus “intelectuales orgánicos”, son susceptibles de comprender y adherirse a las propuestas revolucionarias, generalmente forman parte de las formaciones socialdemócratas, reformistas, pero existe una franja radical. La naturaleza de la actividad de estos sectores sociales los proyecta como hacedores de opinión. Hacia estos sectores ha de estar también dirigida la propaganda del partido. En sus contenidos debe reflejar la sustentación teórica que le dé validez, debe esgrimir argumentaciones que muestren su justeza, su vigencia y oportunidad. No se debe olvidar darles un espació no sólo como receptores de nuestras ideas sino también como reproductores de ellas, como protagonistas en el hacer de la propaganda revolucionaria.
Las experiencias en el terreno de la propaganda y sobre todo, la necesidad de avanzar a trancos deben ayudar a potenciar su calidad y magnitud para llegar a millones de seres, al conjunto de la sociedad, a la base social del partido, a los desposeídos y a la intelectualidad progresista; deben dar lugar a la utilización multilateral de la prensa escrita, la volante, la propaganda mural, el internet y la informática, la radio y la televisión por cuenta propia, pero también para utilizar los espacios que se pueda arrancar a los medios de comunicación comerciales a través de entrevistas, debates, pronunciamientos, boletines, llamadas, etc.
El eje fundamental de la propaganda del partido marxista leninista debe ser el periódico central, el órgano del Comité Central. El leninismo enseña el rol extraordinario del periódico del partido, desde “La Iskra” hasta “La Pravda” fue un baluarte de la acción revolucionaria de las masas, cumplió el rol de propagandista y agitador de la lucha de la clase obrera y el campesinado, de organizador sindical y del partido, fue el portador de la voz de orden para el asalto del poder.
Ciertamente los medios de comunicación se han desarrollado de mano con el desenvolvimiento de las fuerzas productivas, de las innovaciones de la ciencia y la tecnología, en los últimos tiempos, sobre todo con el papel que juega el internet y las redes sociales. Sin embargo, sin renunciar a la utilización de esas diversas formas, el partido debe insistir en el periódico, en su regularidad, en su calidad de vehículo para la unificación política del partido, para la organización de las masas, para los combates de clase de los trabajadores.
La violencia revolucionaria es la partera de la Historia.
La liberación de los esclavos fue resultado de su rebelión, de grandes revueltas y revoluciones que rompieron las cadenas y dieron lugar a nuevo estadio de desarrollo de la sociedad humana, a la autocracia de los señores feudales, al absolutismo, y el vasallaje de millones de campesinos que en calidad de “hombres libres” fueron uncidos a la servidumbre. El oscurantismo fue decapitado por la revolución de los artesanos y campesinos que fuera aprovechada por la burguesía para acceder al poder político e implantar el régimen capitalista. Los repetidos intentos de la aristocracia feudal y la reacción por restaurar sus privilegios hicieron también uso de la violencia, pero, fueron vencidos una y otra vez por la violencia revolucionaria esgrimida por la burguesía contando con los trabajadores y campesinos como sus tropas. La burguesía en el poder se sirve la de la violencia para preservar sus intereses, para acrecentarlos y perpetuarlos; el imperialismo afirma su dominación económica y política con las guerras de agresión, con la implantación de regímenes títeres, con tropas de ocupación.
La primera revolución proletaria triunfante, la Comuna de París implantó el primer gobierno obrero, la primera expresión de la dictadura del proletariado de mano de la insurrección armada de los trabajadores, se defendió a través de la violencia revolucionaria hasta sucumbir ante la superioridad militar de los capitalistas. La Gran Revolución de Octubre nació de la insurrección armada del 25 de Octubre de 1917, subsistió a la ofensiva contrarrevolucionaria y la venció luego de una cruenta guerra civil, contando con el Ejército Rojo, con los obreros y campesinos armados y combatiendo por su destino. La revolución albanesa, la revolución china, la guerra de liberación de Vietnam y todas las revoluciones que conquistaron el poder y un día formaron el gran campo socialista fueron consecuencia, resultado de la guerra revolucionaria, de la guerra de guerrillas, de las insurrecciones.
En el ámbito de las fuerzas sociales y políticas que luchan contra el capitalismo, por el cambio y por el socialismo están presentes diversas concepciones y prácticas sobre el uso de la violencia revolucionaria. Los marxista leninistas debemos esclarecer y diferenciar las concepciones proletarias respecto de las ideas y prácticas voluntaristas, del foco guerrillero, de los vanguardistas, de los héroes individuales, de los libertadores de las masas, de los anarquistas propias de las ideas de la pequeño burguesía radical. Los comunistas demarcamos posiciones respecto de las concepciones y las prácticas del terrorismo individual; condenamos el terrorismo reaccionario y fascista.
La liberación de los trabajadores, la verdadera independencia solo podrán advenir con la organización y la victoria de la violencia organizada de las masas conducidas por el partido del proletariado. Los comunistas marxista leninistas se declaran partidarios de la violencia revolucionaria, se esfuerzan por organizarla en las condiciones históricas concretas.
Concebir a la violencia revolucionaria como la forma de lucha que conduce al poder presupone para el partido proletario la utilización de todas las demás formas de lucha: la contienda económica, los combates gremiales y sindicales, la movilizaciones democráticas del pueblo, la huelga de empresa y la huelga general, los levantamientos populares, la lucha callejera, las marchas, las plantoneras, la toma de carreteras y de tierras, la participación en las elecciones de la democracia representativa.
El partido del proletariado combate por la revolución en todas las circunstancias, abiertamente y aprovechando la legalidad burguesa, en la semi legalidad, en la ilegalidad y en la clandestinidad
La pericia del partido del proletariado se desarrolla en la medida que puede recurrir a todas las formas de lucha, utilizarlas para acumular fuerzas, para contribuir a la organización de los trabajadores y la juventud, para educarlos políticamente, teniendo siempre en la mira el poder y la victoria. Valerse de todas las formas de lucha, combinarlas adecuadamente en función de los objetivos estratégicos, de la utilización de la violencia revolucionaria de las masas permitirá a la clase obrera y su partido organizar la revolución, la conquista del poder, y luego el ejercicio de su mando y la realización de la gran tarea de construir el socialismo.
El centralismo democrático es el pilar del partido de la clase obrera
El partido comunista es un sistema de organizaciones, señaló Lenin desde las primeras jornadas por construir un partido revolucionario de la clase obrera.
Esta afirmación hace referencia a la necesidad de un partido organizado, dotado de una férrea disciplina, de una dirección centralizada; de una organización de militantes que desarrolla la actividad revolucionaria junto a las masas bajo la guía de una sola orientación política, que despliega sus iniciativas sin perder el rumbo.
El centralismo democrático contiene en un todo la democracia y el centralismo, la libertad y la disciplina, la iniciativa creadora y la actividad planificada y controlada.
Entre democracia y centralismo, este último es lo primordial, lo que define y caracteriza al partido del proletariado. En el Partido Comunista existe una relación holística entre democracia y centralismo. Las diversas circunstancias políticas en las que desenvuelve su actividad el partido inciden en la relación entre centralismo y democracia; así, frente a situaciones en las que arrecia la represión es imperiosa la preminencia del centralismo; en tanto que, en circunstancias que las libertades democráticas tienen mayor expresión, es posible y necesario una mejor expresión de la democracia en el interior del partido.
Como organización centralizada, el partido marxista leninista, no admite direcciones paralelas, ni reconoce en su seno fracciones de ninguna clase. Como organización democrática establece la igualdad de deberes y derechos para todos los miembros, la elección a todos los niveles, la revocatoria del mandato, la constante información y consulta a la base por parte de los organismos superiores, el derecho a criticar y hacer sugerencias a dichos organismos y a los dirigentes individualmente, utilizando los canales correspondientes.
La vigencia de la democracia revolucionaria en la vida del partido se expresa en la más amplia pero organizada discusión política de los problemas importantes, en la participación de todos los organismos y miembros, en la formulación de la Línea Política, de la Declaración de Principios, del Programa y el Estatuto del Partido; en la actividad entusiasta y creadora para aplicar y desarrollar con audacia las orientaciones que emanan de los organismos dirigentes, en el ejercicio permanente y correcto de la crítica y la autocrítica, en la práctica de la dirección colectiva y la responsabilidad personal.
Para que estas normas tengan una vigencia real y efectiva se debe trabajar para crear un ambiente de igualdad y camaradería entre dirigentes y dirigidos. Lo más importante para lograr esto es la actitud de respeto que deben tener los dirigentes para los militantes.
El centralismo surge de la necesidad de elaborar, sintetizar y convertir en orientación única las opiniones e iniciativas de las bases, de adoptar las medidas prácticas que hagan viable la ejecución y aplicación irrestricta de los acuerdos y resoluciones tomados, de unir y distribuir las fuerzas del Partido según las necesidades de la lucha y asegurar una sola voluntad de acción de todos los militantes.
Los revisionistas jruschovistas, toda suerte de oportunistas de izquierda y de derecha, y por supuesto los ideólogos de la reacción y la burguesía denostan al centralismo democrático como expresión de la rigidez, del autoritarismo del omnipotente comité central, como manifestación de lo que ellos denominan como estalinismo; buena parte de los grupos e individualidades revolucionarios pequeño burgueses lo condenan como antidemocrático y reclaman la libertad de opinión y acción políticas.
La experiencia histórica demuestra la certeza y la validez del centralismo democrático para la construcción y la forja del partido marxista leninista. Sólo un partido guiado por el marxismo leninismo y galvanizado por el centralismo democrático fue capaz en el pasado de organizar y dirigir la Revolución de Octubre y las demás revoluciones del proletariado del siglo XX, de construir el socialismo. Sólo un partido de esa naturaleza podrá continuar la grandiosa tarea de conducir a la clase obrera y al pueblo para echar abajo el capitalismo y erigir el mundo nuevo, la sociedad de los trabajadores, el socialismo.
Los partidos y organizaciones marxista leninistas que cierran filas en la CIPOML son abanderados consecuentes de la vigencia del centralismo democrático.
La construcción del partido revolucionario del proletariado
La organización de la revolución demanda de un partido comunista poderoso, de un partido numeroso y calificado, integrado por miles y miles de revolucionarios proletarios, por hombres y mujeres que adhieren y luchan por la causa del comunismo.
La necesidad de la unidad ideológica y política, de una sola voluntad de acción, de una disciplina férrea se erigen en condiciones indispensables para la actividad del partido revolucionario del proletariado, pero, al mismo tiempo son expresiones de la práctica seria y sin cortapisas de la democracia proletaria.
La concepción de que el partido no es la sumatoria de individuos, sino un sistema de organismos, es una característica particular del partido de los proletarios.
La relación ideológica, política y orgánica del partido con las masas, es otro pilar de la construcción del partido, se afirma en la concepción materialista de que las masas son las hacedoras de la historia, de que el ser social determina la conciencia, de la teoría del conocimiento y de la negación del espontáneismo.
La relación dialéctica de la teoría con la práctica. La convicción de que sin teoría revolucionaria no puede haber práctica revolucionaria, del rol del partido en la elaboración y discusión de la teoría, de la necesidad de dotar a la clase obrera y a las masas de la teoría revolucionaria son un componente indispensable en la vida y la construcción del partido.
La validez de la crítica y la autocrítica, para resolver los problemas, corregir los errores y superar las dificultades en el interior del partido; la correcta utilización de la lucha ideológica para batir en el seno del partido las posiciones y prácticas ajenas a la ideología y la política proletarias, aseguran el carácter de clase del partido.
Estos principios fundamentales han guiado a los comunistas a lo largo de varios decenios, en diversos países y condiciones y, se han mostrado justos, revolucionarios; han permitido que varios partidos puedan cumplir el rol histórico de dirigir la revolución, conquistar el poder e iniciar la construcción del socialismo.
Los marxista leninistas afirman la adhesión a estos principios que son los basamentos de un partido “de nuevo tipo”; se esfuerzan por aplicarlos en la construcción del partido del proletariado.
Los partidos integrantes de la CIPOML son todavía organizaciones pequeñas, con problemas en su funcionamiento, insuficientemente vinculados a las masas. Se trata de partidos y organizaciones que crecen lentamente, con retraso frente a las necesidades de la revolución, a las posibilidades; existen y combaten en un reducido número de países. El desarrollo orgánico es insuficiente frente al propio trabajo político desplegado por el partido.
En las actuales condiciones del proceso revolucionario, la cuestión de ¿cómo adelantar en el crecimiento del partido?, se plantea como un problema muy importante.
Por un gran partido en calidad y cantidad
El rol de organizador de la revolución solo puede ser cumplido victoriosamente por un partido comunista numeroso y calificado, implantado en las filas de la clase obrera, en las empresas fabriles, en las comunas campesinas, en las minas y barrios pobres, entre las mujeres y la juventud.
La célula del partido constituye el núcleo principal que vincula al partido con la clase obrera, la célula de empresa caracteriza la naturaleza ideológica política y organizativa del partido comunista.
La célula es la organización de base del partido. Es el núcleo de comunistas que vive en el seno de las masas trabajadoras, que está en constante relación con sus vivencias y problemas, que puede captar y procesar sus anhelos y aspiraciones, sus necesidades, su grado de conciencia y su estado de ánimo. Es el grupo de propagandistas revolucionarios que llevan las ideas del comunismo a las masas, que las agitan, las convencen y predisponen para la lucha revolucionaria. Es el estado mayor que puede organizar el combate de las masas y conducirlo a la victoria, que educa políticamente al pueblo, que fortalece su organización social y revolucionaria. Es la escuela de formación comunista, el crisol en que se forja el temple de los militantes, donde se desarrolla la confraternidad revolucionaria, la solidaridad proletaria. Es el centro de los constructores del partido, de los que organizan el reclutamiento y la formación de nuevos comunistas. La célula representa al partido, a su programa y sus propuestas, a la política cotidiana y a los objetivos estratégicos, es la expresión del papel de vanguardia de la lucha por la revolución y el socialismo.
La selección, el nucleamiento y formación de los luchadores populares en las distintas instancias organizativas de las masas deben ser entendidos como pasos para la organización de grupos de candidatos a miembros del partido.
Evidentemente, no todos los integrantes de esos núcleos organizativos de base van a acceder a la condición de militantes del partido comunista. Ese alto honor y responsabilidad será asumido por los más consecuentes y abnegados, por aquellos combatientes populares que avancen a comprender los fundamentos doctrinarios del marxismo-leninismo y los hagan suyos en la lucha de las masas, en el combate revolucionario. Esto, de ninguna manera quiere decir, que aquellas personas que militan en las organizaciones sindicales y populares sin ser miembros del partido, no son revolucionarios. Todo lo contrario, son parte integrante de las fuerzas revolucionarias, organizadores y conductores de la lucha de las masas. Los comunistas deben fortalecer los lazos de unidad ideológica, política y orgánica con ellos: deben respetar sus opiniones y personalidad, forjar junto con ellos los diversos destacamentos de la revolución proletaria.
De entre los luchadores sociales, calificando a los más consecuentes y honrados, a aquellos que demuestran un compromiso más firme con los intereses de los suyos, a quienes avanzan a mirar más allá de su entorno, que buscan salidas, caminos se encontrará a los nuevos miembros del partido comunista. Entre esos “jefes” de las masas, poniendo atención en los más jóvenes y decididos, en los audaces, en los que demuestran sagacidad e iniciativas, en los que aspiran al cambio, está la simiente, el presente y el futuro de la revolución y el socialismo.
No se debe pretender que esos potenciales comunistas tengan clara la situación, la causa de los problemas y menos la solución; no se debe exigir como condición para su ingreso al partido que conozcan integralmente el marxismo leninismo, la política revolucionaria, al partido y a sus políticas y propuestas. Todo eso lo van a conocer y aprehender en el seno del partido, en el proceso de su asimilación y formación como comunistas.
La construcción del partido demanda un núcleo dirigente
Resolver el problema de la dirección del partido, principalmente de su Comité Central es la condición indispensable para el crecimiento del partido, para su consolidación y desarrollo.
Se trata de una tarea y una responsabilidad que demanda tenacidad y perseverancia y que se desarrolla en un proceso más o menos complejo.
Los fundamentos para la consolidación de ese núcleo dirigente están:
– en el conocimiento y asimilación de la teoría revolucionaria, del marxismo leninismo; en la capacidad de ese mismo núcleo de conocer e interpretar, a la luz de los principios y desde los intereses de la clase obrera, la compleja y cambiante situación en la que está inmersa la sociedad y el país, en la que se desenvuelve la lucha internacional de la clase obrera.
– en la capacidad de elaboración política para la clase obrera, para la sociedad en su conjunto
– en la disposición por integrarse a la organización y la lucha de la clase obrera, a la lucha política que se desenvuelve en la sociedad
– en la decisión de empuñar las tareas de dirección del partido, de involucrarse directamente en las relaciones de la dirección con las bases
– en la práctica consecuente de la crítica y la autocrítica, de la lucha ideológica
– en la disposición de enfrentar y resolver los problemas de la vida del partido, de escuchar las inquietudes de los militantes y darles respuestas revolucionarias y oportunas
– los jefes del partido deben ser intrépidos, audaces, oportunos, mostrar los caminos con el ejemplo, con sencillez y calor revolucionario
La forja de un Comité Central que reconozca y asuma sus responsabilidades y tareas se expresará cotidianamente, tendrá altos y bajos, pero garantizará la construcción del partido y la dirección de la lucha revolucionaria de la clase obrera por el socialismo.
La construcción del partido tiene que ver con la promoción del partido, de su política y de sus cuadros entre las masas.
Es necesario trabajar tesoneramente por difundir la política revolucionaria del partido, sus propuestas actuales y estratégicas, lo que los comunistas plantean para enfrentar y resolver la crisis en favor de los trabajadores y los pueblos, lo que proponen para hoy y para mañana; es imprescindible promocionar el nombre del Partido, sus símbolos, sus consignas; los comunistas tienen que estar presentes de manera directa, a viva voz entre las masas, entre los luchadores populares; en fin, es necesario, imprescindible, la promoción del partido, sus políticas y sus cuadros entre el proletariado, las otras clases trabajadoras, la juventud y las mujeres.
No se puede pretender que los obreros y campesinos, que los maestros y la juventud, que los luchadores sociales, aquellas personas, hombres y mujeres que aspiran a un mañana mejor y que quieren hacer algo por ello puedan reconocer al Partido como el camino, como el medio para la lucha de liberación, si no lo conocen, si no saben de sus propuestas y de su capacidad de lucha.
¿Cómo hacer conocer al Partido entre las masas?
Se debe difundir por todos los medios la política del partido entre las masas; es necesario mostrar públicamente el nombre del partido; los cuadros y militantes del partido deben ganarse el reconocimiento de las masas y demás luchadores sociales, deben hacerlo en la teoría y en la práctica, evidenciando claridad y solvencia en las propuestas, firmeza y coraje en la conducción de las organizaciones sindicales, lealtad y consecuencia frente a los intereses de los trabajadores.
A la difusión del periódico central del partido, la propaganda de la célula, la hoja volante, la octavilla, el periódico mural, la conversación con las masas son actividades que deben merecer la atención regular de los organismos de base y de dirección.
Si se procede de esta manera se creará un ambiente favorable para el proceso de construcción del partido; se trabajará por convertir al Partido en un referente para las masas y los luchadores populares.
La formación de nuevos y numerosos cuadros del partido.
Los partidos comunistas cuentan con un importante número de cuadros, con dirigentes populares que tienen un bien ganado liderazgo entre las masas, que son queridos y respetados.
Esta es una realidad reconocida por propios y extraños. Pero, es también cierto que los requerimientos actuales del movimiento de masas y sobre todo las perspectivas y necesidades de su desarrollo exigen multiplicar el número de cuadros revolucionarios.
Los nuevos cuadros no se van a producir por generación espontánea, serán resultado de la existencia de numerosos militantes, de hombres y mujeres comunistas que tengan las cualidades y la disposición de asumir la conducción de las masas en el proceso de la revolución.
La formación de cuadros exige una labor persistente de la dirección del partido pero reclama también la disposición de cada militante para asumir un nuevo estadio.
El estudio de la teoría revolucionaria, la formación cultural, el cultivo de las aptitudes y capacidades y la práctica social son indispensables para la forja de los jefes y líderes de las masas; la militancia, la vida de partido, la práctica de la democracia proletaria, de la crítica y la autocrítica, de la lucha ideológica, así como la integración y participación en la organización y lucha sindical, en los combates sociales y políticos de las masas trabajadoras contribuyen a afirmar y fortalecer la conciencia revolucionaria de los cuadros, a proyectarlos como jefes políticos de las masas.
XXIV PLENARIA DE LA CONFERENCIA INTERNACIONAL DE PARTIDOS Y ORGANIZACIONES MARXISTA LENINISTAS, CIPOML
MÉXICO, NOVIEMBRE DE 2018